CENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO SOLANO CENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO SOLANO Los mandatos (III): Origen de los mandatos












LOS MANDATOS (III)

ORIGEN DE LOS MANDATOS

AUTOR:Luis Melgar Carrillo

Hay por lo menos tres maneras como se originan las órdenes o mandatos en el cerebro de los infantes.
a) La constante repetición auditiva acerca de las características de su persona.
b) Los calificativos que recibe en los momentos de estrés.
c) La retroalimentación que se le da ante sus logros o fracasos.
La primera forma como el cerebro de los pequeños graba los mandatos, es por la repetición con la cual son recibidos. A un niño se le puede estar diciendo constantemente lo inteligente, valiente, fuerte, atlético que es y darle cientos de caricias positivas. Cuando eso sucede, la repetición a manera de refuerzo de sus cualidades, poco a poco, va consolidando una autoimagen congruente con los mensajes. Son órdenes acerca de sí mismo que se le están dando. Si son caricias positivas, la autoimagen de sí mismo que registra también es positiva. Por ejemplo, cuando se le dice constantemente a la hijita "Qué linda que estás", se le está dando el mandato "eres linda". Al decirle al infante "Qué inteligente que eres", se le está dando el mandato "sé inteligente".
Por el contrario, se le puede estar diciendo constantemente lo torpe, sucio, malcriado, necio y en general dirigiéndole cientos de caricias negativas. Cuando un pequeño constantemente escucha palabras como "Qué torpe que eres" está recibiendo la orden "sé torpe".
Con la repetición, poco a poco el niño va estructurando una imagen de sí mismo. La repetición en muchos casos es una consecuencia directa de la percepción que tienen los padres y otros adultos acerca del menor. Los progenitores lo dicen porque son parte de lo que ellos mismos creen o piensan.
Estas percepciones son respuesta al esquema con el que valoran al niño. La percepción puede ser una verdad, o simplemente una concepción que se haya captado por alguna acción del pasado, que el niño haya proyectado. En todo caso, se trata de convicciones que tienen los padres. Por esa razón, gran cantidad de veces no son mensajes pensados ni preelaborados, simplemente son emitidos porque así lo creen.
Una segunda manera de generar mandatos es mediante las emisiones de adrenalina que el pequeño genera en los momentos de tensión. El cerebro registra los recuerdos emocionales con especial fuerza. Los sistemas de alerta que produce el cerebro condicionan que las emociones sentidas preparen al organismo para que reaccione ante las situaciones estresantes y las emergencias.
Muchas veces, los mensajes negativos que emiten los padres son originados por tensiones emocionales que experimentan en momentos de gran estrés. Los niñitos que reciben estos mensajes generan su propio estrés. Este estrés es consecuencia de la tensión emocional de sus padres. Los gritos, insultos y demás demostraciones de haber perdido el control son los que la causan.
La adrenalina que genera la angustia, activa el énfasis con el que se graban esos momentos, ya que el cerebro graba con especial intensidad los mensajes recibidos bajo tensión. Para el pequeño, estas tensiones son momentos de peligro, en los que el cerebro del menor acepta estos mensajes recibidos como un mecanismo de defensa para liberarse. La angustia genera adrenalina. Su defensa es adaptarse, y aceptar los calificativos recibidos para tratar de liberarse tanto de castigos como de sufrimientos.
La tercera manera de grabar mandatos, y por lo tanto crear una grabación en relación a su autoestima, es mediante la aprobación que le dan sus padres ante sus aciertos o el rechazo ante sus fracasos.
Es conveniente que los pequeños cuenten con información acerca de lo que se espera de ellos. Cuando lo comprenden y tienen un acierto, es el momento de darles reconocimiento. Ante la retroalimentación positiva por su logro, es muy probable que graben la toma de conciencia acerca de su importancia personal. Esa toma de conciencia aumenta la probabilidad de que respondan con nuevos aciertos.
La respuesta que se espera del pequeño en ocasiones no se da. Si el infante fracasa ante lo que se espera, la manera como pueden los padres reencauzar el fracaso es, por un lado, tratar de disimular el impacto de su intento fallido, y, por el otro, afirmar la expectativa que se sigue teniendo para alentarlo a que trate de intentarlo nuevamente. Cuando la niñita comete un error y se le rompe una taza o un plato, la reacción debe ser un comentario de aliento y no un regaño. Por ejemplo, decirle: "No importa Adrianita. Tus manitas están muy pequeñas y poco a poco lo vas a ir haciendo mejor. Lo estás haciendo muy bien. La próxima vez no se te va a romper ninguno".
En este punto es importante añadir que los padres tienen la oportunidad de dejar que los pequeños experimenten por sí mismos, que practiquen. En general, los niños siempre quieren colaborar. Se les puede dejar a las niñas lavar la loza o a los pequeños que colaboren a armar la tienda de campaña. Poco a poco irán aprendiendo a hacerlo. Muchas madres no dejan que las niñas lo hagan por temor a que se quiebre algo. Naturalmente que hay un riesgo al permitirles hacerlo, pero es mucho más importante el aprendizaje que puedan tener que el valor de un plato roto.
Cuando se mira a un beisbolista profesional robarse un jonrón por encima de la cerca, no se puede menos que admirarlo. Tuvo que calcular el ángulo de salida, la trayectoria y la velocidad de la pelota bateada para regular su propia velocidad y recorrido en pos del batazo. ¿Cuánto cree el lector que costaría un robot capaz de hacerlo?
No es difícil imaginar que ese beisbolista en su primera infancia no era capaz de llevarse la cuchara a la boca. Su gran atrapada es consecuencia del entrenamiento vez tras vez. La oportunidad de que los hijos practiquen conduce al desarrollo de sus habilidades. Hay que tener siempre presente que el éxito progresivo está constituido por el fortalecimiento que provocan los éxitos anteriores.